Se ha sentado en un banco a escribir cuentos para ella misma, hablando de días raquíticos y vacíos, de unos tristes ojos oscuros y de gritos con labios sellados que parecen un jodido trabalenguas.
De repente, se apaga la luz de la farola que iluminaba el papel donde escribía, las baldosas del suelo se vuelven más oscuras que de costumbre, la luna se tapa los ojos con las nubes y comienzan a temblar hasta los tobillos de una experta en tacones. Saca la escoba que utiliza para barrer los pedacitos cuando se destroza por dentro y el tocadiscos de su pecho comienza a vomitar polvo y latir al ritmo del principio del cuento que escribe. La Tierra comienza a temblar y el lejano oeste protesta, grita y patalea cuando le promete al benévolo mundo que jamás añorará.
De un momento a otro, se ve sumida en un sinsentido de caretas de monstruo y felices muecas faciales. Es en este momento cuando comienza a asimilar que mañana tendrá que crecer de golpE, que las palmas de las manos ya no volverán a oler a sal por que nunca más sobrevolarán el mar, ni volverán a comer pescaditos sentados sobre la hierba de aquel acantilado. Ojos abiertos y suspiros a contraluz. Se siente como aquel que quiere y no puede, como el que lleva meses esperando el estreno de una película y cuando va a verla se encuentra en el cine un cartel que dice:”Cerrado por motivos técnicos”. Los sentimientos se han soldado en la tinta del bolígrafo que utiliza para escribir los finales felices e infelices de sus relatos.
Recordó el día en el que se escribió en la frente que el cielo se caería si alguna vez se encontraba en una situación como esta y lo cierto es que ha escogido la incandescente bola de fuego para quemarse la frente y apostar por cada centímetro de su independencia emocional, y no sólo eso, hace de tripas corazón y se autoconvence de que algún día tendrá el suficiente valor de vocalizar todos sus pensamientos sin echarse a llorar y sin la necesidad de un diccionario bilingüe de bolsillo español-nudosdegarganta para interpretarlo.
De pronto, todo vuelve a la normalidad, los perros siguen paseando, las farolas recobran vida y ella dibuja un corazón en el papel. Se levanta. Desenfunda un ARMA. Se dispara en el pecho exhalando un último suspiro de sangre roja
jueves, 5 de agosto de 2010
Imágenes antes de un suicidio
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Palpitaciones Fluorescentes
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jueves, agosto 05, 2010
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