Muy afanada, en la cocina, prepara taquitos de vísceras de víbora a la vinagreta, creyendo que hace un favor a la escasa y moribunda humanidad del planeta. Prueba un poquito, -con aquella cucharilla de café que le araña el labio superior- y siente mil pequeñas bombas explotando en su interior complementando su banda sonora con la de mil cuchillos clavándose en todos sus extremos, aprieta fuerte los dientes al notar el ácido derramándose lenta y eficazmente por cada recoveco de su cerebro, penetrando a su paso en el cuello, estómago, innombrable corazón, y finalmente puños. En cambio, su esqueleto no sufre ningún deterioro, sus huesos han sido sometidos a u curso teórico-práctico –de unas 22 horas y 111 euros pagados al contado- de cirugía ósea. Sus manos se despellejan una a la otra, su cabellera se va desprendiendo esparciéndose por el suelo provocando la contracción del corazón, el abdomen y la entrepierna.
En su organismo no sólo se producían alteraciones fisiológicas, sino que su ultraimaginación como muestra de rebeldía, organizó un motín contra todo aquel que pretendía atar sus instintos más animales. No me refiero a que Medem hable en femenino, sino a historias decoradas con lunares, a resacas de emociones y a mañanas quemadas organizando un plan de huida sin vuelta atrás, ropa esparcida por el pasillo y un continuo devenir de inseguridades arañadas e ineficaces que han perdido la capacidad de provocar aquellos escalofríos tan característicos.
Consigue verse en un futuro próximo que no puede apenas describir. Una sala de espera, trenes, taxis, aviones, incluso alguna que otra parada de metro. Que mal se le da esquivar sentimientos, intenta moverse pero el veneno la raja por dentro. Le gusta cumplir promesas, y enseñar el dedo corazón cuando alguien intenta convencer de que es capaz de romper el mundo siendo tan sólo pedacitos.
El efecto va terminando. Perseguir un dinosaurio. Escupir desde un rascacielos. Escribir una declaración con luces brillantes. Reventarte con una sonrisa. Un revolver gritando: “puta desgraciada, me besaste y te fuiste”. Volar, volar lejos. Huir. Pasan por su mente las imágenes de sus deseos más maquiavélicos.
viernes, 20 de agosto de 2010
Escribe para llorar, llora para respirar.
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Palpitaciones Fluorescentes
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viernes, agosto 20, 2010
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Medem no es un director de cine? ayer estuve viendo una película suya, creo, "Funny Games", muy salvaje...
ResponderEliminarLas primeras imágenes, del primer párrafo... impresionantes! casi podía sentir el ácido derramándose por mis labios... Y en cuanto a lo de: "resacas emocionales"... no se, todas las palabras, todos los sentimientos que evoca, se van abrazando unos a otros, hasta crear un escenario increíble.
Un besito
Vaya, imaginé la escena al completo y me inquietó. La gente de veras es capaz de sentirse así? Sentir tanta rabia, tanta furia?
ResponderEliminarSí, sí es capaz. La rabia te consume, como un ácido.
Presentaste un escenario digno de ser estudiado por pedazos pequeños y cada vez más grandes. Como en un reloj, cada engranaje se une al acto del otro para formar un mismo mecanismo que funciona perfectamente.
Fascinante.
Un beso ^^
Fui capaz de imaginarme cada escena! Genial.
ResponderEliminarBesos
increible como lo has descrito
ResponderEliminarLa verdad es que tan fácil se sacan sonrisas de tus escritos como rabia y veneno O_o
ResponderEliminarY eso es lo que realmente hace tan único lo que escribes :)
Te leo!
Un beso!
♥
M
Me gusta tu blog, gracias por seguir el mio, te lo devuelvo :)
ResponderEliminarun besote
Enhorabuena ,yo tambien te sigo.
ResponderEliminarSaludos y un besito
http://diariosdeunaloka.blogspot.com/
siempre me dio miedo perseguir dinosaurios.
ResponderEliminarpd: me gustan tus pajaritos.