En su organismo no sólo se producían alteraciones fisiológicas, sino que su ultraimaginación como muestra de rebeldía, organizó un motín contra todo aquel que pretendía atar sus instintos más animales. No me refiero a que Medem hable en femenino, sino a historias decoradas con lunares, a resacas de emociones y a mañanas quemadas organizando un plan de huida sin vuelta atrás, ropa esparcida por el pasillo y un continuo devenir de inseguridades arañadas e ineficaces que han perdido la capacidad de provocar aquellos escalofríos tan característicos.
Consigue verse en un futuro próximo que no puede apenas describir. Una sala de espera, trenes, taxis, aviones, incluso alguna que otra parada de metro. Que mal se le da esquivar sentimientos, intenta moverse pero el veneno la raja por dentro. Le gusta cumplir promesas, y enseñar el dedo corazón cuando alguien intenta convencer de que es capaz de romper el mundo siendo tan sólo pedacitos.
El efecto va terminando. Perseguir un dinosaurio. Escupir desde un rascacielos. Escribir una declaración con luces brillantes. Reventarte con una sonrisa. Un revolver gritando: “puta desgraciada, me besaste y te fuiste”. Volar, volar lejos. Huir. Pasan por su mente las imágenes de sus deseos más maquiavélicos.
