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lunes, 25 de octubre de 2010

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Una vez coincidí con una niña de ojos grandes aficionada a beberse la vida en vasos de chupitos o en botellas de vidrio verde tradicional. Vivía bajo el temor de cien francotiradores que la habían acompañado a lo largo de su vida y disparaban balas de ironía, inhibidores de excentricidades y aniquiladores de emociones prestadas.
Cualquiera podía comprobar que su olor estaba a medio camino entre algodón de azúcar, poema romántico y zumo de naranja recién exprimido.
Los más oportunistas la han visto alguna vez correr descalza por asfaltos húmedos o líneas amarillas recién pintadas. Otros sólo han encontrado en un botón de su camisa un pedacito de vísceras tostadas por el sol, adornado con algún pétalo de margarita deshojada.
Lo último que sé de ella, es que un día decidió desaparecer del mundo, al darse cuentan de que la ternura de aquel corazón no le permitía sobrevivir otra crisis de adaptación. Fue como si se visionara a ella misma dentro de una película, de una adaptación cinematográfica de la Marvel. Durante toda una noche vivió un baile de disfraces. Todo giraba muy deprisa, la música se elevaba por encima del umbral de lo tangible, sus pensamientos más infantil estaban siendo centrifugados poco a poco, mil insectos caminaban bajo sus pies buscando alimento, se convertía en desierto, perdía su inocencia.
Se le abrieron los ojos de par en par en medio de la madrugada. Su único movimiento fue un pequeño giro para alcanzar su libreta de notas y su bolígrafo habitual. Sólo era necesario escribir una raya firme en su libreta, comprender que aquella había sido su primera pesadilla como adulta. Sí, como adulta, de esas que lo saben todo y que se crean grandes y miserables expectativas a cerca de los niños.
Quizás ella sólo fue en mi vida como un tocadiscos parado en mi canción favorita, quizás sólo un pestañeo en medio de una noche a ritmo de blues o quizás un elixir con mil gotas de sueños.
Quién sabe si algún día volveré a verla. Las malas lenguas dicen que se esconde en aquella caverna donde Peter Pan rescató a Tigrilla. Pero si algún día lo hago, prometo compartir con ella nuestra obsesión por las mariposas verdes con lunares azul marino, las luciérnagas y la lluvia en botella.

10 comentarios:

  1. Uou, no tengo palabras, me encanta tu forma de expresarte y de hacer magia con los pensamientos y las imágenes que nos describes...

    Mis felicitaciones :)

    Un besito

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  2. ¡Qué corra a buscarla! Estoy convencida que es un valiente en toda regla.

    Un muá(h) y un sugu de limón!

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  3. Buah...
    soy un poco como ella, o un mucho.
    Que bonito escribes.

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  4. Wow me encanta tu forma de expresarte, magnifica entrada y hermoso Blog. Ya te sigo, querida ;D

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  5. yo creo que se fue al país de los paraguas olvidados porque allí dan zumo de naranja recién exprimido para desayunar todos los días (y no solo en domingo, como pasa en otros planetas)


    pd: le regalo
    un pez de colores
    a tu niña de ojos
    grandes

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  6. Que bonito texto:)
    me ha gustado mucho, en serio, es dulce! un besito

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  7. Me ha encantado, escribes fantástico! te sigo desde hoy, un beso

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  8. Me ha encantado tu entrada. Es una pasada como escribes, de verdad, es MAGIA. :)
    Por cierto, me encantan las películas de tu derecha ^^

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