Cuando sus delirios narcóticos la devuelven a su estado mental natural, cuando no lleva vestido ni zapatos de cristal, todo su tuberculoso universo vuelve a su lugar, gobernado por una especie de demiurgo interior al que no tiene más remedio que sucumbir.
Pero no era momento para bromas, se había pasado con la dosis, se había bebido el amor a puñetazos, diría que incluso desconociendo la mecánica de los sorbos. Ni cuenta se dio en el preciso momento que a medida que el elixir discurría por su interior, iba abrasando cualquier tipo de célula que encontraba a su paso, impregnándola de la definición de aquella palabra a la que siempre había temido: ilusión. ilusión de verdad, de la buena
Pero no era momento para bromas, se había pasado con la dosis, se había bebido el amor a puñetazos, diría que incluso desconociendo la mecánica de los sorbos. Ni cuenta se dio en el preciso momento que a medida que el elixir discurría por su interior, iba abrasando cualquier tipo de célula que encontraba a su paso, impregnándola de la definición de aquella palabra a la que siempre había temido: ilusión. ilusión de verdad, de la buena
Quién no teme a esa ilusión, de la buena? Es imposible no temerla... y imposible no sentirla :)
ResponderEliminarEs que esa ilusión de la de verdad cuando se va, lastima.
ResponderEliminarUn muá(h) y un sugu de piña!
La ilusión da mucho miedo, aunque yo creo que lo que en realidad es que nos da miedo perderla... Pero mientras podamos disfrutarla... no vale la pena amargarse ;)
ResponderEliminarUn besito
Echaba de menos tus textos. Muy buena entrada.
ResponderEliminarMe encanta. Estoy de acuerdo con Elendilae debemos de disfrutar la ilusión :)
Un beso dulce como mi pena