En el preciso instante en el que se marchó, dejó su olor anclado en cada uno de sus glóbulos rojos. Ella que era experta en ello, recorrió todas las calles y avenidas de la ciudad en buscando aquel olor que le recordaba a él, miró incluso debajo de su almohada, en las copas de los árboles, en su taza de desayuno, en las nubes con formas graciosas, con la seguridad de que podría reconocerlo a varios metros de distancia, pues aquel olor era inconfundible. No quedó ni un solo portal, ni un solo bar bohemio, jugueterías, tiendas de gominolas e incluso mercerías.
Sólo quería volver a tener cerca ese olor, para capturarlo en un frasquito y abrirlo cuando se sintiera vacía, cuando quisiera dibujarse una sonrisa.
He aquí la pobrecita chica pálida, que buscó por toda la ciudad y nunca se le ocurrió buscar dentro de sí misma… en cada uno de sus glóbulos rojos. He aquí la que grita: secuestrame los días.
martes, 2 de noviembre de 2010
secuéstrame la vida!
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Palpitaciones Fluorescentes
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martes, noviembre 02, 2010
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